sábado, 27 de octubre de 2018

La Competencia Comunicativa en el proceso de Enseñanza-Aprendizaje de una Segunda Lengua.



Los seres humanos somos, esencialmente, seres sociales, por lo que continuamente estamos interactuando entre nosotros y con el medio en el que nos insertamos. Esa interacción, la ejercemos a través del  acto de comunicar, que, desde mi punto de vista, es el proceso que utilizamos para la transmisión de información, conocimientos, experiencias, ideas, signos o símbolos con el objetivo de compartirlas a los otros en la sociedad.  De ahí que el verbo comunicar provenga del latín communicare que significa “compartir información, impartir, difundir”, y que éste a su vez, derive del término latino communis que se refiere a “lo común, lo mutuo, lo participado entre varios”.

En este sentido, lo que hacemos cuando hablamos o escribimos es compartir información al conjunto de la comunidad en la que nos hallamos, y, por lo tanto, contribuir al desarrollo de la misma.

El acto de comunicar, es un acto inherente a nuestra naturaleza, ya que nos permite asociarnos y vincularnos con los demás, cuya finalidad es crear un sistema de signos y símbolos (cultura) que nombre a las cosas de una determinada forma que otorgue sentido al mundo en el que vivimos. Por eso pienso que el lenguaje va íntimamente ligado a los esquemas de pensamiento pre-configurados por la cultura en la que hemos nacido/vivido los primeros años de nuestra vida, siendo este hecho, el que determinará decisivamente la conformación de la cosmovisión y la forma propia de percibir el mundo para el resto de nuestra vida, llegando a ser totalmente diferente si hubiésemos nacido/vivido en otra cultura.

Por esta razón, considero que el aprendizaje de una lengua nueva, además de requerir el dominio completo de las competencias lingüísticas, también, precisa que aprehendamos e interioricemos la esencia implícita y la visión particular que esa lengua en concreto contiene, integrándola en los esquemas que nuestra lengua materna ha impreso en nosotros, enriqueciéndolos y aportando un nuevo sentido mucho más integral a los mismos, y, en consecuencia, a nosotros mismos.  



jueves, 4 de octubre de 2018

“Empezando con buen pie”: Técnica para romper el hielo en la primera clase.


Cuando tenemos la primera clase y vemos por primera vez a nuestro alumno, tanto éste como nosotros, estamos expectantes, algo nerviosos, con un cosquilleo en el estomago debido a que no sabemos muy bien cómo saldrá la clase y si conectaremos de forma fluida o no… Esta cuestión no es un asunto baladí pues la primera impresión que tenga el alumno de nosotros y nosotros de él, será determinante en el desarrollo del proceso de enseñanza-aprendizaje, por lo que tenemos que prestar mucha atención a los detalles sutiles que comprenden este “delicado” momento…

Para estos momentos iniciales en los que se nos presenta la típica tensión incómoda del principio que nos hace estar dubitativos, inseguros y más “cortados”,  podemos emplear diferentes técnicas-dinámicas que nos hagan “romper el hielo” y así, progresivamente, ir ganando seguridad, confianza, calidez y cercanía en la relación con nuestro alumno a medida que se va desarrollando la clase.

Por ejemplo, una dinámica efectiva para irnos conociendo mutuamente e ir generando un vínculo emocional positivo entre ambos, es la realización de una serie de preguntas abiertas correspondientes a diversas temáticas generales que nos permita percibir su forma de pensar, su personalidad y también su nivel de español. Con la información que obtengamos, además de establecer un vínculo mucho más cercano con nuestro alumno, podremos adaptar las próximas clases con la máxima adecuación a sus motivaciones, necesidades, gustos e intereses.

La forma de proceder de esta técnica llamada “Cajita Preguntona” es muy sencilla (en su versión online se mostrarán a través de diapositivas):  

Primero escribimos nuestras preguntas en un papel (el número puede variar según la estructuración y objetivo de la clase, por ejemplo de 5 a 10), después recortamos cada una y las doblamos en papelitos para que no se vean a simple vista e introducimos todos los papelitos en una cajita. El alumno tendrá que ir sacando cada papelito de la cajita, leer en voz alta la pregunta y responderla. 

También, es recomendable, que una vez que el alumno haya terminado de responder la pregunta, nosotros hagamos lo mismo, para que él nos conozca también y sepa quiénes somos.

Puedes imaginar, combinar y realizar las variaciones de esta dinámica que tú quieras: intercalar el turno de las preguntas, una vez él, otra, nosotros, relacionarlo con otras actividades más concretas, incluir varias dinámicas dentro de ésta… La idea es preguntar sobre temas abiertos y a medida que responde el alumno ir preguntando más   cuestiones relativas a ese tema con el fin de conocerlo personalmente, evaluar su nivel de español y que practique su español: ¡sed creativos!

Ahí va una batería de preguntas que yo suelo usar en mis clases:

 - ¿Cuáles han sido tus últimas vacaciones?
 - ¿A qué te dedicas?
 - ¿Qué haces en tu tiempo libre?
 - ¿Cuál es tu animal favorito?
 - ¿Cuál es tu opinión sobre el idioma español?

¿Se os ocurre alguna pregunta más? ¿Con que otras dinámicas complementarías esta actividad? ¿Cómo te has sentido en las primeras clases con tu alumno? ¿Te ha ocurrido alguna experiencia-anécdota graciosa? ¡Cuéntanos!

¡Espero vuestros comentarios y que os sirva en vuestras clases! ¡Un saludo!



¿Andar, Caminar o Pasear?

Generalmente en español se utilizan los términos andar, caminar y pasear indistintamente, aunque, dependiendo del contexto y la situación ...